sábado, 24 de diciembre de 2016

PLANIFICACIÓN Y EVALUACIÓN DEL PROCESO DE FORMACIÓN EN LA EDUCACIÓN UNIVERSITARIA

                                                 PLANIFICACIÓN Y FORMACIÓN DOCENTE

 Formas de organización del proceso de enseñanza aprendizaje en los diferentes niveles y modalidades del Sistema Educativo Bolivariano.

 Currículo básico Organización de los aprendizajes: Son las formas como se organizan y estructuran los diferentes elementos que condicionan el proceso de aprendizaje, tales como: la clase, el proyecto y el plan integral. En el subsistema de Educación Inicial Bolivariana se desarrollan las estrategias de aprendizaje. A continuación, se describen brevemente estas formas de organización de los aprendizajes: La clase: es una forma de organización de los procesos de aprendizaje en la que interactúan maestros, maestras y estudiantes, y éstos últimos entre sí, tomando en cuenta los siguientes momentos: 

Inicio: es el momento donde se exploran los conocimientos, habilidades, destrezas, actitudes y valores previos que poseen los y las estudiantes, permitiendo activar en éstos y éstas la disposición afectiva y actitudinal hacia las actividades a realizar. Las experiencias a utilizar en este momento deben estar relacionadas con la edad, características de los y las estudiantes y de los componentes a desarrollar, pudiéndose utilizar: clarificación de los objetivos, uso de analogías, lluvias de ideas, canciones, cuentos, palabras de reflexiones, entre otros.

 Desarrollo: durante este momento se pueden utilizar diferentes tipos de estrategias y situaciones de aprendizajes que permitan potenciar las zonas de desarrollo próximo y las reales. 

Se deben utilizar experiencias que permitan la integración de los aprendizajes, la formación en valores, la reflexión crítica, la identidad venezolana, la creatividad y el trabajo liberador. Se recomienda al maestro y la maestra variar la pauta de instrucción, desarrollar actividades prácticas y en ambientes naturales, usar el humor y las TIC´s para hacer el proceso ameno. 

Cierre: es el momento en el cual el maestro y la maestra aprovechan para conocer los logros alcanzados en función del objetivo establecido, potenciar valores, virtudes y actitudes hacia el aprendizaje. En relación con esta forma de organización del aprendizaje, resulta importante destacar la clase participativa, en la cual se logra potenciar el desarrollo de las distintas esferas de la personalidad de los y las estudiantes, en una interacción dinámica de los actores del proceso educativo. Proyectos: son considerados como una forma de organización del aprendizaje en la que maestros, maestras, estudiantes y familia buscan, en conjunto, solución a un problema de su interés, preferiblemente con relevancia social, mediante un proceso activo y participativo.

 En esta concepción curricular se plantean los siguientes tipos de proyectos: Proyecto Educativo Integral Comunitario (PEIC): 

Es el proyecto que define las estrategias de gestión escolar. Sobre la base de investigación de contexto planea en conjunto el trabajo pedagógico de la institución y lo vincula con la comunidad. Proyecto de Aprendizaje (PA): se centra en la investigación acción, cuyo escenario es construido por los actores comprometidos, creando las condiciones que permitan el trabajo cooperativo sobre la base de situaciones reales de la vida diaria y con acciones que impliquen prácticas y desarrollos que afectan al ser humano en sus condiciones de vida, dándole sentido a lo que este aprende. Es construido en forma colectiva entre maestros, maestras y estudiantes. Proyecto de Desarrollo Endógeno: tiene como fin la participación de manera integrada de todos los actores en el proceso educativo (maestros, maestras, estudiantes y familia), quienes a partir de la realidad implementan diferentes acciones para su transformación; es decir, impulsan a las y los jóvenes desde su propio contexto, tomando en cuenta los aspectos socio ambientales de la comunidad, de tal forma que contribuyan con el desarrollo endógeno local, regional, nacional, latinoamericano, caribeño y mundial.

 Plan Integral: es una forma para planificar componentes que no se abordan en los proyectos de aprendizaje. En este, se deben tomar en cuenta los pilares y los ejes integradores. Le evaluación del proceso de enseñanza-aprendizaje. Currículo básico Se define como un proceso sistemático, sistémico participativo y reflexivo que permite emitir una valoración sobre el desarrollo de las potencialidades del y la estudiante, para una toma de decisiones que garantice el logro de los objetivos establecidos en el Currículo Nacional Bolivariano.
                                                         Principios

Reciprocidad: atiende la interacción de los actores corresponsables en el proceso educativo.

 Continuidad: asume la evaluación como un proceso sistémico, sistemático, continuo y permanente.

 Constructivista: reconoce que el y la estudiante construyen nuevos conocimientos basados en sus experiencias previas, en convivencia con la comunidad y potenciando la investigación del contexto natural


. Participativa: propicia la intervención de los y las estudiantes, maestros y maestras; así como de la familia en el proceso educativo. Estos cuatro principios de la evaluación, permiten considerar que ésta debe mejorar profundamente los aprendizajes; registrar y analizar información significativa que permita en todo el proceso de construcción de los conocimientos establecer alcances y logros de los y las estudiantes; así como analizar, reflexionar y describir la participación de los principales actores para potenciar el proceso educativo. Ellos, además del carácter planificado de la evaluación hacen posible que esta pueda explicarse, a través de la determinación del qué vamos a evaluar, cómo vamos a evaluar, cuándo vamos a evaluar y con qué instrumentos vamos a evaluar. Funciones. 

Clasificación de la evaluación de acuerdo con las formas, tipos, roles del maestro, el alumno y el grupo.
 La autoevaluación como fin de la evaluación. Su relación con los demás componentes Currículo básico Tipos Inicial y/o diagnóstica: 

se planifica con la finalidad de conocer los avances, logros alcanzados en el desarrollo de las potencialidades del y la estudiante; así como su interacción en el contexto social. Generalmente, se realiza en el momento previo al desarrollo de los procesos de aprendizaje.

 Procesual y/o formativa: esta evaluación se planifica con la finalidad de obtener información de los elementos que configuran el desarrollo del proceso educativo de todos y cada uno de los y las estudiantes, proporcionando datos para realimentar y reforzar los procesos. 

Final y/o sumativa: se planifica con la finalidad de valorar e interpretar los logros alcanzados por los y las estudiantes en el desarrollo de las experiencias de aprendizaje. Los resultados de estas evaluaciones pueden ser el punto de inicio de la evaluación diagnóstica; al mismo tiempo que determinan la promoción, certificación o prosecución de los y las estudiantes de acuerdo al subsistema al que pertenezca. 

Formas Autoevaluación: es el proceso de reflexión que realiza cada uno de los participantes responsables del proceso de aprendizaje.

 Coevaluación: es la evaluación que realizan maestros, maestras y estudiantes sobre sus actuaciones en el proceso de aprendizaje.

Heteroevaluación: es el proceso en el cual los actores sociales involucrados en la construcción de aprendizajes, reflexionan para valorar recíprocamente sus esfuerzos, aciertos y logros, reconociendo las potencialidades y proponiendo acciones para continuar su desarrollo. Características 

Formativa: se centra en el carácter orientador y motivador durante el desarrollo de los procesos de aprendizaje. 

Además, contribuye al desarrollo de valores y virtudes en todos los actores comprometidos; al tiempo que fortalece la reflexión individual y colectiva, como sustento para el desarrollo humanista, social y ambientalista. 

 Integral: concibe al y la estudiante como unidad integral de lo cognitivo, lo afectivo-motivacional, social, ético, moral y actitudinal; así como de las actividades de aprendizaje desarrolladas a lo largo del proceso educativo. 

Transformadora: parte del diagnóstico permanente para favorecer las potencialidades en el aprendizaje, la formación y el desarrollo humano, orientándose a la participación activa y valorando los procesos de aprendizaje empleados en las relaciones comunicacionales y de convivencia; así como la participación activa de la familia y comunidad.

 Científica: permite manejar procedimientos a partir de la observación de procesos de aprendizaje de los actores participantes, los cuales se someten a interpretación y valoración para profundizar y enriquecer su práctica.

Flexible: se adapta y contextualiza según las situaciones, condiciones y características de los y las estudiantes; facilitando los ajustes y modificaciones que se consideren necesarios para optimizar el proceso.

Personalizada: considera al y la estudiante como un sujeto con diferencias individuales, capaz de ser libre, autónomo, responsable, crítico en sus valoraciones y conocimientos, permitiendo al maestro y la maestra prever diferentes experiencias de aprendizaje para las individualidades, con el fin de lograr los objetivos educativos, sin perder de vista el hecho colectivo. 


 Dialógica: conlleva acciones de cooperación solidaria y comunicación interactiva de los y las estudiantes entre sí, y de éstos y éstas con los maestros, las maestras y la familia. Se requiere de un trabajo en equipo para valorar, analizar, tomar decisiones y realizar los ajustes pertinentes de manera democrática. 

Ética: permite que el maestro, la maestra, el y la estudiante y demás actores responsables se comprometan en su formación; a través dela autoevaluación, desarrollando actitudes, aptitudes, valores y virtudes. 

 Cooperativa: garantiza la búsqueda de beneficios mutuos a través de la participación corresponsable de todos los actores involucrados en el proceso educativo. Funciones Las funciones de la evaluación responden al para qué de esta, diversificándose en relación a los requerimientos que surgen a lo largo del desarrollo del proceso educativo. Entre ellas destacan: 

Explorar: permite obtener evidencias sobre las experiencias de aprendizaje del y la estudiante, y sus alcances en relación a los objetivos educativos; vinculadas al contexto donde se producen.

 Diagnosticar: permite analizar las evidencias, para así conocer la situación y/o nivel en que se encuentra el y la estudiante, en cuanto a los aprendizajes alcanzados y las potencialidades desarrolladas. 

 Orientar: indica las posibilidades de generar acciones educativas sobre la base del diagnóstico, donde se involucre al y la estudiante, maestro, maestra y familia, a fin de lograr los objetivos educativos que implican la formación del nuevo republicano y la nueva republicana.  Informar: comunica acerca de los avances y logros alcanzados durante el proceso educativo a los y las estudiantes, maestros, maestras y familia corresponsales en el proceso educativo.

 Realimentar: permite tomar decisiones para reorientar y fortalecer las acciones educativas ejecutadas, sobre la base de los avances y logros ya conocidos.

 Promover: se refiere al cumplimiento de las acciones educativas por parte del y la estudiante, como elemento para promoverlo al grado y/ o año inmediato superior, resultado de un acompañamiento reflexivo y crítico. 

       Los roles del maestro, Currículo básico Perfil del maestro y la maestra

 El maestro y la maestra del SEB, debe ser un modelo de liderazgo, impregnado de sólidos valores de identidad venezolana y con una visión latinoamericana, caribeña y universal e identificado con la búsqueda del bienestar social colectivo. Además, debe ser promotor y promotora de la formación del nuevo republicano y la nueva republicana, generando la reflexión, la cooperación y la participación protagónica y corresponsable de los distintos actores vinculados con el proceso educativo.

 En definitiva, se trata de un maestro y una maestra que sea capaz de:

 1. Guiar y orientar la educación de los y las estudiantes

2. Tener una formación profesional y académica; así como disposición para atender la formación del y la estudiante en cualquiera de los grados o años de los distintos subsistemas.

3. Atender diferenciadamente las potencialidades de los y las estudiantes, a partir del diagnóstico. 

4. Organizar el trabajo con los y las estudiantes con necesidades educativas especiales, garantizando su integración al sistema regular. 

 5. Asesorar y dirigir el desarrollo del sistema de actividades y procesos de la organización estudiantil, favoreciendo la autogestión y la capacidad de organización colectiva. 6. Dirigir las reuniones con las familias de los y las estudiantes. 

7. Participar en las reuniones técnico-docentes, con la finalidad de coordinar las acciones pedagógicas curriculares. 

8. Promover el trabajo colectivo y solidario en los y las estudiantes. 

9. Promover la orientación profesional y formación vocacional. 

10. Mantener el seguimiento del aprendizaje y la formación de los y las estudiantes. 
11. Coordinar con las instituciones intersectoriales acciones conjuntas en las que participen los y las estudiantes, para impulsar el desarrollo sustentable y sostenible.
 12. Velar por el equilibrio afectivo y emocional de los y las estudiantes.

 13. Propiciar un ambiente acogedor, abierto y de confianza.  

14. Utilizar diferentes estrategias para el desarrollo y la evaluación de los procesos de enseñanza y aprendizaje, a fin de optimizar el tiempo y los recursos disponibles.  

15. Poseer una actitud democrática y socializadora, con convicción de libertad, responsabilidad y respeto hacia los y las estudiantes como seres sociales.  

16. Manifestar capacidad de innovación y creatividad. 

17. Garantizar una comunicación eficaz, desarrollando la capacidad de escucha.

 18. Promover la investigación como proceso fundamental en la enseñanza y aprendizaje. 

19. Propiciar el uso de las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC‘s).  

20. Conocer integralmente la comunidad, atendiendo no sólo la labor pedagógica sino la social.  

21. Poseer principios éticos sólidos expresados en una auténtica vivencia de valores, a partir de los cuales, utilizando estrategias metodológicas, contribuir a la formación de valores de los y las estudiantes. 

22. Fomentar el desarrollo de hábitos, normas de comportamiento y valores sociales, como parte del proceso de formación de los y las estudiantes.

 23. Asumir como categoría la originalidad y la creatividad, trascendiendo en el ahora para la independencia crítica y para la toma de conciencia en el plano de las relaciones con otros seres humanos y con el mundo Rol del alumno Currículo básico.

 El nuevo republicano y la nueva republicana, es un ser que considera las diferentes expresiones de la diversidad cultural, manifestadas en la interculturalidad y pluriculturalidad, propias de la nacionalidad venezolana; así como la promoción de una ciudadanía que se corresponde con el ejercicio pleno de la democracia participativa, protagónica y corresponsable; con una visión integral y en armonía con la naturaleza que permitirá la transformación de la sociedad, a una signada por sentimientos patrióticos de identidad venezolana, valoración de la justicia, la libertad, la solidaridad, la democracia, la salud integral y la responsabilidad social e individual. De allí que, el egresado y la egresada del SEB debe ser poseedor y poseedora de características que abarcan: 

1. Valores sociales como la libertad, solidaridad, cooperación, justicia, equidad, integración, bien común, participación protagónica, independencia, convivencia, tolerancia y promoción del trabajo liberador.  

2. Conocimientos, habilidades, valores y virtudes hacia el quehacer científico y tecnológico, al servicio del desarrollo nacional y como herramienta de soberanía. 

 3. Conocimientos, actitudes positivas y valores hacia el acervo histórico cultural venezolano, que le permitan identificarse con su entorno geopolítico.

 4. Conocimiento de la riqueza y problemática de la nueva geometría territorial y de sus actividades productivas tradicionales y endógenas, como medio para garantizar la seguridad y soberanía alimentaria. 

 5. Respeto y valoración del papel de las organizaciones estudiantiles y comunitarias, como expresión de la cultura política de participación protagónica y corresponsables. 

 6. Habilidades para comunicarse con el colectivo, para la reflexión y el desarrollo de la conciencia social; así como para el uso de los medios alternativos y masivos de comunicación, y de las Tecnologías de la Información y la Comunicación. 

7. Capacidad para discernir la información veraz y oportuna proveniente de los medios de comunicación alternativos y de masas, y de las nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación. 

8. Una conciencia ética y compromiso social para la transformación crítica de la realidad, en beneficio del colectivo y la participación ciudadana en la gestión pública, ejerciendo la contraloría social de la misma. 

9. Respeto y valoración de la diversidad cultural, multiétnica, pluricultural y plurilingüe de los pueblos y comunidades indígenas y afrodescendientes del país, Latinoamérica y el Caribe. 

10. Una cultura general basada en la conciencia solidaria y en el ejercicio de sus derechos y sus deberes como ciudadanos y ciudadanas.

 11. Conocimientos, habilidades, destrezas y virtudes para el desarrollo de las relaciones sociales de producción, basadas en las diferentes formas de propiedad.

 12. Conocimientos y visión crítica para el disfrute de las manifestaciones artísticas y culturales, como elemento de comunicación con el colectivo social; así como habilidades y destrezas para desarrollarlas.  

13. Capacidad para emprender en colectivo proyectos sociales y comunitarios, que coadyuven al desarrollo endógeno. 

14. Una conciencia ambientalista y una cosmovisión que le permita entender que el futuro de la humanidad depende de su forma de ser, pensar, valorar y accionar. 

15. Capacidades para valorar todas las fuentes de energía.

 16. Capacidades intelectuales y humanas, como elemento clave para la transformación social en y para el colectivo. 17. Actitudes valorativas hacia la salud integral. 

18. Habilidades para detectar los factores de riesgo ante amenazas naturales o provocadas.

 19. Cualidades, actitudes y valores hacia la creación, la originalidad y la innovación.

 20. Conocimientos y valores acerca de la sexualidad, sustentada en la perspectiva de género. 

21. Conocimientos, habilidades, destrezas, valores y virtudes hacia la actividad física, el deporte y la recreación, como elementos importantes de la salud integral.

 22. Conocimientos, habilidades, destrezas y valoración de la importancia de las ciencias para la resolución de problemas sociales.

 23. Habilidades, destrezas y valores acerca del quehacer investigativo, para la construcción contextualizada del conocimiento en colectivo ypara el desarrollo endógeno.

 24. Conocimiento y valoración de la nueva geopolítica internacional, y de las alianzas de cooperación e integración de la República Bolivariana de Venezuela con otros países de Latinoamérica, el Caribe y el mundo.

 25. Dominio y valoración de los idiomas maternos (castellano y/o indígenas); así como de un idioma extranjero, como elementos de comunicación, participación, integración y fortalecimiento de la identidad venezolana.

 26. Conocimiento y valoración de la estructura administrativa, jurídica, política, social y económica de la República Bolivariana de Venezuela. 

La autoevaluación como fi n de la evaluación. Su relación con los demás componentes. Generalmente se utiliza como complemento de otros modelos de evaluación. Se basa principalmente en la idea de que una reflexión del docente hacia su propia actividad le permitirá una mejora en su desempeño, ya que es capaz de autoanalizar sus fallos y aciertos, y corregir que pueda mejorar su labor dentro del aula. También permite conocer la percepción del profesor sobre su propio quehacer educativo, su postura dentro de la disciplina que ejerce, las dificultades que encuentra en su labor, así como las metas que pretende alcanzar. A pesar de la gran cantidad de información que puede otorgar, generalmente es un modelo poco utilizado con fines formativos. Esta metodología tiene tres variantes: informe libre, cuestionarios y listas de cotejo.

 El informe libre es la estrategia más utilizada en autoevaluación docente. Para llevarla a cabo se establecen los puntos centrales que delimitarán la autoevaluación del profesor: filosofía sobre su quehacer educativo, actividades desarrolladas, metas alcanzadas, dificultades en el aula, investigaciones realizadas, etc., y se dan indicaciones a la planta docente para su elaboración. También es posible hacer uso de plantillas preestablecidas, con el fin de acotar las áreas del ejercicio docente que pueden sujetarse a comparación. Regularmente, la autoevaluación debe ser complementada con otro modelo para evitar sesgos, sobre todo si se pretende utilizar con fines sumativos.

 A pesar de ser uno de los modelos de evaluación docente con menos uso, tiene ventajas relevantes: los docentes son los mejores jueces de su desempeño, se puede obtener información difícilmente observable con cualquiera de los otros modelos. Algunas de sus limitaciones son: requiere una cultura de evaluación (madurez, responsabilidad) por parte de los docentes, implica una sensibilización con el fin de disminuir el sesgo en su uso, y no se recomienda como único modelo de evaluación docente La planificación de estrategias didácticas para facilitar el proceso de enseñanza –aprendizaje en el Sistema Educativo Bolivariano.

 La planificación en el SEB es dinámica y flexible, en ella se organizan los elementos que conforman el proceso de aprendizaje, tomando en consideración los resultados del diagnostico pedagógico integral, el perfil del ciudadano y ciudadana a formar, finalidades de las áreas de aprendizaje, componentes, pilares, ejes integradores, estrategias y recursos de aprendizajes, indicadores, estrategias, instrumentos, tipos y formas de evaluación. Se desarrolla a través de las formas de organización: Proyecto Educativo Integral Comunitario (PEIC), la Clase Participativa (CP), Proyectos de Aprendizaje (PA), Proyectos de Desarrollo Endógeno (PDE) y el Plan Integral (PI)

En los últimos tiempos empieza a verse la docencia universitaria como un proceso complejo y multidimensional en donde además de la experiencia de los años  y la repetición, el conocimiento obligado de la disciplina y la práctica rutinaria de las clases se introduce la presión externa de las propias instituciones. Si llevamos esta reflexión al plano del contenido académico, encontramos una idea muy extendida que la universidad no se adecua a las necesidades educativas y sociales del sistema social. Es un tema discutible pero que provoca en algunos estudiantes y profesorado un sentimiento de inquietud.

Deberíamos ser más conscientes del compromiso social y de la necesidad de revisar los procesos formativos y de romper el modelo de aula cerrada, ya que éste no sólo genera una labor individual sino que ocasiona ciertos problemas de comunicación entre el profesorado, e incluso impedir que tenga lugar un fenómeno imprescindible en toda labor profesional como es el intercambio colaborativo de la propia teoría‑práctica docente y la innovación.Y para todo ello el profesorado universitario necesita adquirir competencias pedagógicas mediante una formación que contemple la revisión y perfecciona­miento de:

  • El desarrollo y la competencia profesional docente del profesorado universitario y su reconocimiento por parte de las Universidades.
  • La formación de un punto de vista amplio, flexible y bien definido sobre la didáctica de la disciplina en el propio contexto de trabajo.
  • El desarrollo de capacidades y habilidades pedagógicas, así como asumir una flexibilidad o heterodoxia metodológica.
  • El desarrollo de capacidades para establecer una relación positiva hacia los estudiantes y un ambiente formativo.
  • La superación de la falta de comunicación entre el profesorado por problemas de competición académica.
  • El trabajar en equipo y de forma colaborativa en los departamentos creando grupos de discusión, reflexión didáctica, revisión crítica de colegas y mejora docente.
  • La implicación, individual y colectiva, en procesos de reflexión e investigación sobre los procesos y efectos de la docencia llevada a cabo.
 Todo esto significa, que deberíamos rechazar en la formación, un profesorado universitario reproductor-alienado en sus tareas individuales rutinizadas y potenciar un profesorado productor-activo, lo cual implica asumir las tareas docentes con la suficiente competencia y reflexión crítica, ya que sin ella la práctica de la docencia universitaria no puede contar con los elementos personales, críticos y alternativos sino que deberá limitarse a la reproducción de elementos ajenos al profesorado  y al alumnado. Para que este cambio sea posible, el profesorado universitario más allá de realizar cursos estándar de formación ha de elaborar propuestas de mejora docente de forma colaborativa en el propio contexto de trabajo.

Las alternativas a una diferente formación  pasarían por:
  • Elaborar proyectos de formación-innovación contextualizados.
  • Reflexionar sobre la docencia, con el apoyo de teorías pedagógicas, para no caer en prácticas reproductoras.
  • Aportar al profesorado elementos para su autoformación (experiencias, publicaciones pedagógicas, formación a distancia...).
  • Generar procesos institucionales por parte de las universidades para que el profesorado desarrolle, más allá de los cursos estándar, un conocimiento pedagógico profesional y un pensamiento práctico, es decir, un proceso continuo de formación, un análisis teórico, una adquisición de capacidades, un contraste de ideas, una capacidad creativa de intervención.
  • Elaborar currículos formativos que aporten un conocimiento crítico de la realidad desde la perspectiva psicopedagógica, cultural y práctica de la docencia en la Universidad.

Y, por supuesto, sensibilizar y corresponsabilizar al profesorado en la importancia de esa formación. Si no existe preocupación de mejora, actitudes positivas institucionales y políticas respecto a la formación, redes de relación para el conocimiento e intercambio de innovaciones didácticas y propuestas alternativas, la formación servirá para muy poco o únicamente para la inhibición o para acredita.

La formación docente de los profesores universitarios constituye una prioridad para numerosos estados y organizaciones internacionales como la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). La formación del docente universitario se concibe como la piedra angular para alcanzar la calidad y la excelencia del sistema de Educación Superior, lo cual explica el interés compartido entre pedagogos y políticos de establecer líneas esenciales para la proyección e implementación de la formación del profesor universitario como una actividad básica de la gestión académica.

La formación docente de los profesores universitarios constituye una prioridad para los estados y organizaciones internacionales como la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) y la Organización Regional de Educación Superior en América Latina (CRESAL), las que dedican esfuerzos al estudio de sus particularidades.


En los planteamientos es recurrente que la UNESCO, París (1998, 2009), insista en la necesidad de la educación permanente del profesorado universitario y que su formación docente, se convierta en una prioridad del trabajo de las instituciones al concebirla como clave para el desarrollo de la Educación Superior dentro del sistema educativo nacional.


Estos documentos aseguran que la concreción de la educación a lo largo de toda la vida exige que el personal docente actualice y mejore sus capacidades didácticas y sus métodos de enseñanza; insisten en que es necesario establecer estructuras, mecanismos y programas adecuados de formación docente. Por tanto, específica que "un elemento esencial para las instituciones de la enseñanza superior es una enérgica política de formación docente del personal". (UNESCO, 2009)


Tal consideración concibe la formación del docente universitario como la piedra angular para alcanzar la calidad y la excelencia del sistema de Educación Superior, lo cual explica el interés compartido entre pedagogos y políticos de establecer líneas esenciales para la proyección e implementación de la formación del profesor universitario como una actividad básica de la gestión académica: "La Educación Superior amplía la formación de los profesores con planes y programas de estudios que den a los docentes la capacidad de dotar a sus alumnos de los conocimientos y las competencias que necesitan en el siglo XXI". (UNESCO, 2009, p. 3)


Sin embargo, las concepciones teóricas acerca de este tema son generalizadoras, asumen que el proceso de formación permanente del docente es un proceso continuo que especifica sus objetivos y contenidos según las exigencias socio profesionales a nivel educativo. Por tal motivo, resulta un imperativo las definiciones que en general se han establecido y que actúan como referente para precisar la especificad para el objeto de estudio de esta investigación.


En el plano internacional se advierten las concepciones de teóricas de Ollivier (2001); Borden (2002); Caballero (2003); Estruch (2004); Nogueira (2007); y Molina (2009), quienes realizan estudios teóricos en los que se puede sustentar la superación docente. En el contexto cubano se identifican autores como Añorga (1989); Batista (2001); Valle & Castro (2002); Lorences (2003); Berges (2003); Del Llano & Arencibia (2004); Castillo (2004); Manes (2005); Cánovas (2006); Bernaza (2009); Castro (2007, 2010); y García (2011), quienes han aportados fundamentos teóricos y metodológicos al respecto. Pero, en general, estos autores asumen la necesidad de continuar profundizando y aportando en la concepción y desarrollo de la formación docente de los profesores universitarios.

                                                      DESARROLLO


La formación de todo docente se concibe como una actividad permanente de perfeccionamiento y búsqueda de estrategias para avanzar en la conceptualización y en la definición de los lineamientos concretos para el desarrollo, comprensión y transformación del proceso docente, pues la formación hace referencia a un proceso más amplio que debe insertarse en la reflexión de los conocimientos que configuran el campo del saber educativo: la filosofía, psicología, pedagogía.

En el marco de la psicología y de la pedagogía marxista este término informa de un proceso que se distingue por el cambio gradual, continuo y progresivo hacia etapas superiores, mediante diversas actividades relacionadas entre sí para la formación y desarrollo de la personalidad, lo cual influye, no solo en el desarrollo personal del sujeto, sino también en el de la institución, al alcanzar un mejor desempeño socio profesional del profesor, en correspondencia con las exigencias del contexto histórico social en que labora.

En principio el término formación, se identifica como una de las principales categorías de la pedagogía, que expresa la dirección del desarrollo, es decir, hacia dónde este debe dirigirse. Al hablar de formación no se hace referencia, en este caso, a aprendizajes particulares, destrezas o habilidades. Estos constituyen medios para lograr la formación del hombre como un ser pleno. La formación de las particularidades del sujeto como personalidad, no se da aislada del desarrollo de sus procesos y funciones psíquicas. Formación y desarrollo constituyen una unidad dialéctica. Así, toda formación implica un desarrollo y todo desarrollo conduce, en última instancia, a una formación de orden superior.

Por tanto, el proceso de formación docente constituye un ámbito que canaliza inquietudes, aspiraciones y compromisos de los estudiantes en su vínculo con la sociedad y la cultura a la que pertenecen, y de cuya construcción son futuros responsables. Es también una alternativa indelegable cuando de superar la fragmentación y las brechas que caracterizan el proceso en la formación de los docentes pueden constituir uno de los ámbitos con mayor potencial para intervenir en la regeneración de los lazos.

La formación docente en estos términos implica asumirla como un proceso continuo, sistémico, flexible, orientado a preparar a los docentes para la intervención en los procesos educativos a los que se vincula, de manera que puedan satisfacer las exigencias del cumplimento de los objetivos de formación del profesional, según la especificidad formativa y promover espacios, experiencias y recursos para el ejercicio de la profesión docente. Esta condición explica el papel que se les otorga a las instituciones de educación superior y a las organizaciones responsables de dirigir el proceso formativo.

En este sentido Imbernón (1994), alude al término como formación permanente del profesorado, y lo define como un subsistema específico, dirigido al perfeccionamiento del profesorado en su tarea docente, para que asuma un mejoramiento profesional y humano que le permita adecuarse a los cambios científicos y sociales de su entorno. Además Marcelo (1995), insiste en el término y especifica que la formación permanente es aquella que se encarga de la investigación y la práctica docente en profesores en ejercicio para las mejoras de la educación.

Tunnerman (1996): vincula este término con otro más generalizador, al asegurar que esta posición se asume como una filosofía educativa y no como simple metodología, expresa: "es una respuesta a la crisis de la sociedad contemporánea donde el aprendizaje deliberado y consciente no puede circunscribirse a los años escolares", debiéndose, "lograr una reintegración del aprendizaje y la vida".

Para Escudero (1998): Esta relación cobra un sentido más concreto al insistir en que el proceso de formación del docente se sustenta en un conjunto de contenidos formativos, organizativos, profesionales y personales centrados en la enseñanza-aprendizaje, implicando estrategias de formación suficientemente diversificadas, capaces de atender a los contenidos, los contextos y el tiempo en que ocurran, los procesos a movilizar y los sujetos implicados desde una perspectiva más integradora; todo en función de unas y otras configuraciones resultantes de la combinación de los distintos elementos.

La idea anterior es desarrollada por Escotet (2000), cuando agrega que por su naturaleza, la formación del docente, expresa el carácter continuo, integral, dinámico e innovador de la educación; su esencia ordenadora del pensamiento, así como la asunción de la condición educativa de todo grupo social, se convierte en el propósito fundamental que debe asumir la universalidad acerca del espacio educativo y el carácter integrador del sistema que lo rige, a los que denomina principios de este proceso (Piña Tovar, 2004).

Desde esta posición la formación del docente se reconoce también como un proceso encaminado a la revisión y actualización de los conocimientos, actitudes y habilidades del profesorado, que viene dado por la necesidad de renovar los conocimientos con la finalidad de adaptarlos a los cambios y avances de la sociedad.

Siguiendo el estudio elaborado por Spark & Loucks-Horsley (1990): En lo referente a la formación del docente pueden agruparse en cinco modelos que sirven de punto de referencia, pero que no pueden considerarse cerrados en sí mismos. Pueden encontrarse en ellos estrategias y actitudes comunes, e incluso la finalidad puede ser la misma (producir una mejora en el aprendizaje de los alumnos o en la gestión de la escuela, a partir de la formación del profesorado), pero lo que cambia son las concepciones, las actitudes frente a la formación y la enseñanza. Por esta razón, ante cada uno de estos modelos, para la formación permanente de los docentes, es posible preguntarse desde una posición reflexiva.

El modelo de formación orientada individualmente: Parte de una observación de sentido común, los docentes aprenden cosas por sí mismo, mediante lecturas, conversaciones con otros docentes, probando estrategias de enseñanza, así como la experiencia personal, se intercambian ideas sin la presencia de un programa formal y organizado de formación permanente. Es importante destacar en este modelo que a la hora de diseñar programas de formación permanente hay que plantarse la necesidad de que los docentes encuentren respuestas a problemas que ellos mismos seleccionen, y que se utilicen estrategias de formación que conecten con las diferentes modalidades de aprendizaje asociada a modelos de formación permanente.

El modelo de observación-evaluación: responde a la necesidad de los docentes de saber cómo está afrontando la práctica diaria para aprender de ello, predomina la reflexión individual sobre la propia práctica, además de la reflexión en común.


El modelo de desarrollo y mejora de la enseñanza: presenta una combinación de modos y estrategias de aprendizaje que resulta de la implicación de los docentes en tal proceso, los docentes aprenden de manera más eficaz cuando tienen necesidad de conocer algo, aquí es insuficiente la actuación que presta al impacto, las experiencias de los profesores.


En el modelo de entrenamiento: los profesores cambian su manera de actuar y aprenden a reproducir comportamientos y técnicas que no tenían previamente, lo que constituye un medio para adquirir cambios significativos, conocimientos y estrategias de actuación.

El indagativo o de investigación: La investigación juega un papel importante para el profesorado, se pueden detectar problemas y también resolverlos, se recopila información sobre el problema inicial que implica un estudio bibliográfico, aquí es necesario una ayuda externa que se concreta en una formación específica sobre el tema o el problema metodológico de investigación, esto ayuda al profesorado a dar sentido a sus propias experiencias.


Pero la formación del docente, al concebirse como proceso sistémico y continuo, integra la formación inicial y de posgrado; esta última se identifica como continuidad del proceso formativo durante el ejercicio y se orienta a satisfacer las necesidades de preparación para enfrentar las exigencias del proyecto socioeducativo dentro de su contexto específico, en estrecha relación con otro concepto importante: el de la profesionalización y el desarrollo profesional. De acuerdo con esta posición se entiende que la formación docente se caracteriza por su condición de proceso y resultado de la influencia educativa de carácter permanente y que se caracteriza por su orientación a desarrollar al máximo nivel, capacidades y valores en una situación de interacción social, de enseñanza aprendizaje, que supone intencionalidad y reflexión, 

Dussú, (2004), permite que el docente la conciba como una exigencia de su desarrollo para toda la vida.


Según el Informe de la Organización Internacional del Trabajo (2000), se concibe la formación como un proceso permanente, explica la estrecha relación con el proceso de profesionalización de los docentes, suponiendo un mayor sentimiento de responsabilidad para el desarrollo y evolución de los planes de estudio, los enfoques pedagógicos, la organización del trabajo y los resultados de la educación, la motivación para el comportamiento profesional; así como la voluntad y capacidad de responder a los cambios en torno al aprendizaje y las nuevas expectativas de los resultados de la educación.


La profesionalización es definida como el "desarrollo sistémico de la educación, fundamentado en la acción y el conocimiento especializado (cuyas decisiones se toman) de acuerdo a los avances del conocimiento científico-técnico, a los marcos de responsabilidad preestablecidos, a los criterios éticos de la profesión y a los diversos contextos y características culturales". (Piña Tovar, (2004, p.57)


Asimismo Suárez (2010), asume a Fariña & González Maura (2006, p.3), para afirmar que el desarrollo profesional es necesario concebirlo como un proceso continuo que adquiere un lugar clave en la concreción de las políticas educativas. Esta condición explica que es tema de interés para investigadores, pedagogos, políticos y directivos de la educación, sobre todo, porque reconoce que en los profesores descansa la calidad del proceso de enseñanza-aprendizaje y la concreción de la renovación que tiene lugar en el contexto educativo. El desarrollo profesional se asocia con las acciones que se organizan a lo largo de toda la vida del profesional, González (2008), se le atribuye un significado especial al cumplimiento de las funciones y tareas profesionales que deben realizar los docentes, en correspondencia con las exigencias de cada enseñanza.


Desde esta perspectiva la identificación del posgrado como un tipo de formación que .posee objetivos específicos, según la etapa en que se encuentra el docente, es una oportunidad para la profesionalización y en consecuencia, para el desarrollo profesional.


González Maura (2003), insiste en que la formación postgraduada del docente se concibe como un proceso permanente, continuo y gradual de tránsito hacia la autodeterminación en el ejercicio de la docencia, que implica necesariamente la reflexión crítica y comprometida del profesor con la transformación de la práctica educativa y la calidad de su desempeño, en un ambiente dialógico y participativo, en el contexto histórico-concreto de su actuación profesional.


Lara y otros autores (2003), conciben la formación postgraduada del docente, como un proceso permanente de adquisición, estructuración y reestructuración de conocimientos, habilidades, valores y modos de actuación para el desempeño de la función pedagógica y la asumen como un proceso continuo, que se lleva a cabo a lo largo de toda la práctica docente, la que se convierte en eje formativo estructurante.


Alpízar (2004), aporta la identificación de la formación posgraduada como un proceso educativo que se basa en la transmisión de valores y saberes, dirigido a potenciar el desarrollo del conocimiento, habilidades, motivos y valores del profesorado, que deben traducirse en formas de actuación para ponerlas en función de la satisfacción de los objetivos de la organización, de la sociedad y de las aspiraciones e intereses propios, sus objetivos son amplios y a largo plazo. Así las acciones formativas desde el postgrado persiguen perfeccionar las actividades que se desarrollan en las instituciones de Educación Superior.


Entre los investigadores cubanos que abordan el tema se identifican: Valcárcel (1998); Castillo (2004); y Payrol (2012), quienes apuntan hacia modelos de superación para docentes. Otros como González (2001); Cabrera (2006); y García (2011) apuntan hacia estrategias de superación. Por su parte, Cánovas (2006); y Díaz (2010), hacen referencia a propuestas de capacitación. También Milián (2011); y Baute (2011) realizan propuestas de superación. Mur (2009); y Suárez, (2010), hacen propuestas de formación docente y metodologías para el desarrollo profesional.


Estos autores advierten que aún es preciso identificar los retos de la formación del docente sobre todo en relación con la articulación de la formación inicial y de posgrado como un sistema y que pueda asegurarse las sinergias de los programas con las necesidades del desarrollo CTS. Insisten en sus reflexiones en la necesidad de prever su proyección y desarrollo en consonancia con la función social que les corresponde en los albores del siglo XXI, y según las demandas de la comunidad local y regional, así como los lineamientos de las políticas de desarrollo de cada país lo cual constituye una oportunidad de explorar los futuros posibles en búsqueda del escenario que posibilite la construcción de los vínculos universidad, sociedad y estado.



                                                                CONCLUSIONES


La formación docente del profesor universitario es un sistema de formación permanente integrado por la formación inicial y posgraduada que se forma a lo largo de toda la vida. Para el logro de la profesionalización del desarrollo profesional es importante tener presente objetivos, contenidos y métodos, para lograr situar a los profesionales a la altura de su desarrollo. La formación docente se asume como un proceso continuo, sistémico, flexible, orientado a preparar a los docentes para la intervención de los procesos educativos.


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